sábado, 20 de noviembre de 2010

Memorias

Me encuentro sentado en mi escritorio, con mis hojas, ya amarillas del tiempo que estuvieron olvidadas en un cajón, y mi pluma casi seca empezando a escribir una biografía, mi biografía. Cuando apenas comienzo, el recuerdo de mis padres se vino a mi mente, ya no los tengo, y tanto los necesito.
De mi padre, extraño los regaños por no ser el hijo que el siempre soñó, por no trabajar ni estudiar lo que alguna vez pensó para mi; quizás hoy con mi vida ya hecha, me viese y estaría orgullo de mi. Quizás el tiempo no lo perdonó y no dejó que se fuera sabiendo que su hijo se había hecho un lugar en el mundo para poder vivir.
Algunas veces discutía con él, por no entenderlo, o por que no me entendía a mi, pero era mi rebeldía de ser una persona distinta a él; nunca quise te
ner sus defectos, ni tampoco sus virtudes, negué siempre que era como él… pero con el paso de los años, me doy cuenta que soy mi padre, que su espíritu vive en mi y en cada uno de mis hermanos.
Me acorde también, de que en algún momento, en esta vida o en la próxima, quisiera decirle: “Padre, te equivocaste millones de veces, pero siempre te perdoné y jamás te dejé de querer”.
De mi madre recuerdo sus miradas, sus tiempos y sus lagrimas. Recuerdo que vivió toda su vida por mí, que se alegraba con cada triunfo y se angustiaba por cada derrota que yo sufría. Siempre, a su modo, estaba preocupándose por mí. Será que ella me hace tanta falta; siempre quise decirle: “Gracias Mama… Fuiste mas que una madre para mi, fuiste mis ojos, mis pies y mi alma”. El cariño de una madre es algo que jamás se puede reemplazar con nadie, la madre de uno es una sola y hay que cuidarla siempre.

Volviendo a mi, recordé a mis amores, aquellos amores que nunca murieron en el tiempo, desde la muchacha que conquisto mi corazón en toda mi adolescencia, al ángel con el que me case. Mi mujer, siempre brindándome un hombro y un oído para ayudarme a pasar mis conflictos internos. En el camino de mi vida pasaron muchas mujeres, algunas las ame, otras las ignore y, a muy pocas, hasta las odie. De las mujeres que ame, recuerdo sus aromas, sus miradas, sus sonrisas, como si en este momento las tuviera al frente mío.
Mis amigos no estuvieron ausentes en mi pensamiento, porque son pocos. Los verdaderas amistades mueren cuando uno mismo muere. Hoy me doy cuenta de la cantidad de veces que llame amigos a seres que no eran mis amigos, que idiota fui al usar una palabra maravillosa como ésa, con gente que no valió la pena. Los verdaderos amigos se forjan muy lentamente, y esa clase de gente es la que esta con vos en los momentos buenos y malos, sin dejarte en ninguna parte hasta que no estés seguro.
Es muy simple ser amigo de alguien cuando se esta bien, y ante la mejor turbulencia huir y dejar todo olvidado. Esa clase de gente es la que cuando muere nadie se acuerda; con el tiempo dirán que se fue alguien y nada mas, en cambio dirán que sos un amigo cuando seas humanamente como persona.
Los recuerdos siguen volando por mi mente, rostros y aromas pasan sin cesar por mi memoria y me acuerdo de felicidades, como los nacimientos de mis hijos y de tristezas como la muerte de mis seres queridos, y verán que en mis palabras esta la muere involucrada, porque así es, es mi tiempo, ya lo siento, mi vida esta llegando a la recta final, y considero que en los años que viví no jugué una mala carrera.
Extrañaré levantarme y mirar cada cosa en su lugar sin modificarse, extrañare también el aroma del rocío matutino en mi ventana, de ver el sol, de ver las nubes y todo lo que lo rodea, extrañare tener el tiempo para leer una novela al lado de mi chimenea, con mis cigarrillos y mi música, pero entiendo que cambio esta vida por volver a encontrarme con la gente que hace unas horas recordé…
Serán los años los que me hicieron dar cuenta que cuando uno tiene a las personas que ama, nunca se lo dice, y cuando ya no las tenemos es cuando necesitamos decírselos, que vivemos nuestra vida, preocupándonos por pequeñeces, en vez de ver lo maravilloso de vivir, que es la propia vida de uno mismo.

Antü.

sábado, 13 de noviembre de 2010

Tu infancia

Te quiero arriesgado, saltando tejados
tu sed de aventura.
Te quiero valiente, trepando paredes
tus ansias de altura.
Y ver que se asoma a la rama más alta,
abierta tu blusa, tu planta descalza,
tu cabeza rubia.
Te quiero gozoso correr por el campo.
Te quiero de grana tu faz de cansancio
riendo y cantando.
No verte encerrado en un mundo de grandes,
sometido y esclavo.Te quiero monarca de claro universo,
gigantes, corsarios, tesoros, veleros...Te quiero gallardo jugando al "muchacho"
que salva a la hermosa de ser de un villano.
Feliz, bien plantado jazmín y quebracho
tus doce veranos.No saberte dócil, sumiso, doblado
aprendiz de manso.
No saberte tímido, miedoso, apocado,
señal de fracaso.Yo quiero que tengas infancia de pájaro.
Ternura en el alma, piedad en las manos.
Con eso me basta, aunque no estudies tanto,
y aunque nunca consigas,
ser primero del grado.

Matilde Alba Swann.

viernes, 5 de noviembre de 2010

Quisiera que me recuerden

Quisiera que me recuerden sin llorar ni lamentarme,
quisiera que me recuerden por haber hecho caminos,
por haber marcado un rumbo,
porque emocioné su alma,
porque se sintieron queridos, protegidos y ayudados,
porque interpreté sus ansias,
porque canalicé su amor.

Quisiera que me recuerden junto a la risa de los felices, la seguridad de los justos,
el sufrimiento de los humildes.
Quisiera que me recuerden con piedad por mis errores, con comprensión por mis debilidades,
con cariño por mis virtudes;
si no es así, prefiero el olvido, que será el más duro castigo por no cumplir mi deber de hombre.

Joaquín Enrique Areta


Joaquín Enrique Areta tenía 23 años. Era correntino. Estaba en pareja con Adela Segarra y tenían un hijo, Jorge. Era obrero y poeta. Militó en la Ciudad de La Plata, entre otras organizaciones, en la Unión de Estudiantes Secundarios. Desaparecido por la última dictadura argentina el 29/06/1978.

Néstor Kirchner leyó en el 2005 éste poema de Joaquín Enrique Areta. Fue en el marco de la feria del libro de ese año, en donde se presentó la obra Palabra Viva, una recopilación de textos de escritoras y escritores desaparecidos durante la dictadura militar.
Homenaje a la memoria del ex presidente argentino.