Ahí estas mujer, radiante, esplendida. Te observo desde el silencio de mi alma y te pienso. Sueño con tu boca, con tus labios, con tu piel y con tus manos. Te veo en la cima de la colina más lejana y yo, viejo alpinista temo escalar.
Te miro e imagino que vos haces lo mismo. Te idealizo en mi mente enamorada y construyo teoremas e hipótesis sobre el amor y el deseo. Tomo coraje y comienzo a moverme. Por momentos, dubitativo, por otros convencido. A cada paso, mas clara es la imagen de tu rostro, pero los miedos vuelven.
En el fondo del corazón, algo me recuerdo que sos un fruto prohibido, sos la manzana del paraíso que no puede ser tocada, porque son muchas las cosas que se podrían perder si caemos en la divina tentación.
Cuando alguien se cruza en la vida de otra persona es por algo. Nada en esta vida es obra del azar, siempre es obra de Dios y del Destino, que buscan unir caminos que se pueden complementar.
Asumo los riesgos, siendo conciente de las consecuencias que podría acarrear.
Cuando te alcance, sin miedos y sin prejuicios morderé la manzana.
Morderé tu boca.
En el fondo del corazón, algo me recuerdo que sos un fruto prohibido, sos la manzana del paraíso que no puede ser tocada, porque son muchas las cosas que se podrían perder si caemos en la divina tentación.
Cuando alguien se cruza en la vida de otra persona es por algo. Nada en esta vida es obra del azar, siempre es obra de Dios y del Destino, que buscan unir caminos que se pueden complementar.
Asumo los riesgos, siendo conciente de las consecuencias que podría acarrear.
Cuando te alcance, sin miedos y sin prejuicios morderé la manzana.
Morderé tu boca.
Antü.
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