martes, 6 de octubre de 2015

La otra copa del brindis

Al principio ella fue una serena conflagración 
un rostro que no fingía ni siquiera su belleza
unas manos que de a poco inventaban un lenguaje
una piel memorable y convicta 
una mirada limpia sin traiciones
una voz que caldeaba la risa
unos labios nupciales
un brindis.

Es increíble pero a pesar de todo
él tuvo tiempo para decirse 
xqué sencillo y también
no importa que el futuro
sea una oscura maleza.

La manera tan poco suntuaria
que escogieron sus mutuas tentaciones
fue un estupor alegre
sin culpa ni disculpa
él se sintió optimista
nutrido
renovado
tan lejos del sollozo y la nostalgia
tan cómodo en su sangre y en la de ella
tan vivo sobre el vértice de musgo
tan hallado en la espera
que después del amor salió a la noche
sin luna y no importaba
sin gente y no importaba
sin dios y no importaba
a desmontar la anécdota
a componer la euforia
a recoger su parte del botín.

Mas su mitad de amor
se negó a ser mitad
y de pronto él sintió
que sin ella sus brazos estaban tan vacíos
que sin ella sus ojos no tenían qué mirar
que sin ella su cuerpo de ningún modo era
la otra copa del brindis.

Y de nuevo se dijo
qué sencillo
pero ahora
lamentó que el futuro fuera oscura maleza.

Sólo entonces pensó en ella
eligiéndola
y sin dolor sin desesperaciones
sin angustia y sin miedo
dócilmente empezó
como otras noches
a necesitarla.

Mario Benedetti.

jueves, 10 de septiembre de 2015

En el río.


¿Quién hubiera dicho que te encontraría justo ahora, justo en este momento? ¿Quién diría que después del camino recorrido por ambos, confluiríamos en un mismo río?
Aun cuesta manejar el caudal, por momento desbordante, por momentos estático. Cuesta encontrar las palabras justas, para decirte que te quiero cuidar, que necesito tenerte en mis brazos y abrazarte hasta que nuestros cuerpos se fusionen como ocurre en las estrellas.
Mucho hemos pasado; demasiado dolores, demasiadas tristezas que nos han herido de muerte, pero aquí estamos, sobreviviendo a la vida, redescubriendo que puede existir una alternativa a lo gris de nuestros días. Aunque duele la dificultad de encontrarnos, consuela la certeza de que estamos aquí. En el mismo camino.
Hoy estoy aquí, y te tengo de la mano, para que la marea no nos arrastre. Me aterra pensar en la posibilidad de que mis manos pierdan fuerza y te marches, y temo no volver a encontrarte más.
No me olvides.
No me pierdas de vista.

Antü