viernes, 27 de julio de 2018

En el interior de sus ojos.

Hoy me siento a escribir, acompañado de sonido de la lluvia caer en el patio, el susurro de un viento insolente que golpea las ventanas, como pidiendo pasar. Hay un cielo nublado, que hacen que el día sea gris, frío, yermo, inhóspito. Pero al mismo tiempo, lo que ocurre en mi interior, es lo opuesto a como esta este día de invierno.
Me siento a escribir aquello que tanto me cuesta expresar, tal vez por incapacidad, tal vez por inseguridad, tal vez por cobardía, o simplemente porque no lo se explicar.
Amo a una mujer.
Si, la amo, con todo lo que eso conlleva: los claros, los oscuros, las risas, las lágrimas, la alegría, la melancolía. La amo con su valentía y su cobardía, con sus certezas y sus inseguridades, con sus palabras y con sus silencios. La amo con nuestros pasados, el suyo, el mío; con nuestro presente, sorprendente y deslumbrante; con nuestro futuro, inciertamente maravilloso.
Amo a una mujer, amo a ésta mujer; la amo a ella.
Ella es dueña de todo aquello que yo creía que no existía, de cosas que creí extintas. Ella puede llevarme por los cielos como un barrilete es llevado por el viento y también puede arrastrarme por la tierra como un carrito de un niño.
Ella tiene una galaxia en cada uno de sus ojos, llena de estrellas, llena de misterios infinitos, y de maravillas nunca vistas. Sus ojos, cual talón de Aquiles, me vulneran, me desarman las estructuras armadas en materias del corazón. Me dejan desnudo, a su lado, perdido en ese mar de constelaciones y nebulosas.
Ella tiene la mágica capacidad de tocarme el alma, de extraer la esencia y poner a disposición de ella, pero también de mi, permitiéndome descubrir que se puede ser feliz, mas allá de la razón.
Ella apareció en mi vida, cuando mas la necesitaba, cuando mas vulnerable estaba, cuando mas creí que el tiempo se me escurriría de las manos, estando en soledad. Desembarcó en este puerto, con un par de canciones en su haber, una sonrisa maravillosa, una mirada expectante y un silencio respetuoso para permitirse escuchar.
Y me habló de almas, y de piedras. Me dijo tantas cosas, hermosas, que aún hoy recuerdo.
Me dijo que un mes, como Abril, podía ser bello a pesar de que para mi había sido solo tormenta.
Me dijo que un beso en la nariz, podía ser una maravillosa expresión de amor.
Me dijo que en la vida, todo, pero absolutamente todo pasa, excepto el amor.
Me dijo que dar un abrazo sana, a pesar de que no exista un por qué para hacerlo.
Me dijo que me amaba, que era importante para ella, y que se sentía feliz.
Me dijo que tenía que desconectar el cerebro, para poder conectar el corazón.
Me dijo que yo le estaba enseñando cosas que ella desconocía. Ella no sabía que la que me estaba enseñando era ella a mi.
Y entre tanto que me dijo, mi corazón, que es como un copón de vino antiguo, se fue llenando gota a gota de ella, de su amor, y de su luz. Y cuando ese amor lleno el copón, empezó a desbordar, a correr por todos lados, como corre un río embravecido hacia el mar; con fuerza, con intensidad, con entrega, con amor. Así fue como mi corazón empezó a fluir, como fluye el agua de un manantial, para luego convertirse en un arroyo, para pasar a ser un río, y que ese río será mar, y ese mar, océano. Y ese océano, sera parte de un planeta, que junto a otros, sera un sistema planetario, que es parte de una galaxia, y que esa galaxia existe, sola y exclusivamente en sus ojos, en el interior de los ojos de ella.

Antü.


viernes, 1 de junio de 2018

Tu fantasma



Al recorrer los espacios compartidos, aparece tu fantasma. 
Ese fantasma que me acecha en noches perdidas, de insomnio y de pensar. Ese fantasma tan tuyo como mío. Ese fantasma de vos.
Te reconstruía constantemente habitando espacios en los que ya no estas. 
Te veía sonriendo sentada en una silla, o caminando por el interminable pasillo, trayendo paz donde solo había caos. 
Por momentos esperaba, que pasaras la puerta, que cruzaras el umbral. Esperaba, cual iluso, que de golpe, sin quererlo, de sorpresa, tus ojos se encontraran con los míos. Mis manos, hoy frías, esperaron constantemente el roce de tu calidez, mis hombros extrañaron tus manos sobre ellos.
Creo escucharte, por momentos, hablar con otra persona, o reír, o simplemente conversar conmigo.

Ya no estás.
Ya no estás, y temo no acostumbrarme.
Ya no estás, y no hay retorno.

Si pienso en el tiempo que perdí, en los momentos que deje pasar, me angustio. Porque hoy no estás, y no estarás mas.

Y de pronto, en medio de la muchedumbre, entre la brisa otoñal y las voces perdidas, apareciste. Estabas de pie, en medio de la gente, mirándome, sonriendo, como siempre, como quiero recordarte. 
Y fui feliz, pero...
¿Realmente eras vos, o, acaso era tu fantasma?

Antü.



martes, 6 de octubre de 2015

La otra copa del brindis

Al principio ella fue una serena conflagración 
un rostro que no fingía ni siquiera su belleza
unas manos que de a poco inventaban un lenguaje
una piel memorable y convicta 
una mirada limpia sin traiciones
una voz que caldeaba la risa
unos labios nupciales
un brindis.

Es increíble pero a pesar de todo
él tuvo tiempo para decirse 
xqué sencillo y también
no importa que el futuro
sea una oscura maleza.

La manera tan poco suntuaria
que escogieron sus mutuas tentaciones
fue un estupor alegre
sin culpa ni disculpa
él se sintió optimista
nutrido
renovado
tan lejos del sollozo y la nostalgia
tan cómodo en su sangre y en la de ella
tan vivo sobre el vértice de musgo
tan hallado en la espera
que después del amor salió a la noche
sin luna y no importaba
sin gente y no importaba
sin dios y no importaba
a desmontar la anécdota
a componer la euforia
a recoger su parte del botín.

Mas su mitad de amor
se negó a ser mitad
y de pronto él sintió
que sin ella sus brazos estaban tan vacíos
que sin ella sus ojos no tenían qué mirar
que sin ella su cuerpo de ningún modo era
la otra copa del brindis.

Y de nuevo se dijo
qué sencillo
pero ahora
lamentó que el futuro fuera oscura maleza.

Sólo entonces pensó en ella
eligiéndola
y sin dolor sin desesperaciones
sin angustia y sin miedo
dócilmente empezó
como otras noches
a necesitarla.

Mario Benedetti.

jueves, 10 de septiembre de 2015

En el río.


¿Quién hubiera dicho que te encontraría justo ahora, justo en este momento? ¿Quién diría que después del camino recorrido por ambos, confluiríamos en un mismo río?
Aun cuesta manejar el caudal, por momento desbordante, por momentos estático. Cuesta encontrar las palabras justas, para decirte que te quiero cuidar, que necesito tenerte en mis brazos y abrazarte hasta que nuestros cuerpos se fusionen como ocurre en las estrellas.
Mucho hemos pasado; demasiado dolores, demasiadas tristezas que nos han herido de muerte, pero aquí estamos, sobreviviendo a la vida, redescubriendo que puede existir una alternativa a lo gris de nuestros días. Aunque duele la dificultad de encontrarnos, consuela la certeza de que estamos aquí. En el mismo camino.
Hoy estoy aquí, y te tengo de la mano, para que la marea no nos arrastre. Me aterra pensar en la posibilidad de que mis manos pierdan fuerza y te marches, y temo no volver a encontrarte más.
No me olvides.
No me pierdas de vista.

Antü

martes, 14 de enero de 2014

Opiniones

Un hombre deseaba violentamente a una mujer,
a unas cuantas personas no les parecía bien,
un hombre deseaba locamente volar,
a unas cuantas personas les parecía mal,
un hombre deseaba ardientemente la Revolución
y contra la opinión de la gendarmería
trepó sobre muros secos de lo debido,
abrió el pecho y sacándose los alrededores de su corazón,
agitaba violentamente a una mujer,
volaba locamente por el techo del mundo
y los pueblos ardían, las banderas.

Juan Gelman.

jueves, 19 de diciembre de 2013

Lo peor del amor

Lo peor del amor cuando termina
son las habitaciones ventiladas,
el puré de reproches con sardinas,
las golondrinas muertas en la almohada.

Lo malo del después son los despojos
que embalsaman al humo de los sueños,
los teléfonos que hablan con los ojos,
el sístole sin diástole sin dueño.

Lo más ingrato es encalar la casa,
remendar las virtudes veniales,
condenar a la hoguera los archivos.

Lo peor del amor es cuando pasa,
cuando al punto final de los finales
no le quedan dos puntos suspensivos…

Joaquín Sabina

lunes, 9 de diciembre de 2013

Deseo

Te seguiré hasta el final
te buscaré en todas partes
bajo la luz y las sombras
y en los dibujos del aire.

Te seguiré hasta el final
te pediré de rodillas
que te desnudes amor
te mostraré mis heridas.

Y con las luces del alba
antes que tú te despiertes
se hará ceniza el deseo
me marcharé para siempre.

Te seguiré hasta el final
entre los musgos del bosque
te pediré tantas veces
que hagamos nuestra la noche.

Te seguiré hasta el final
con el tesón del acero
te buscaré por la lluvia
para mojarme en tu beso.

Y con las luces del alba
antes que tú te despiertes
se hará ceniza el deseo
me marcharé para siempre
y cuando todo se acabe
y se hagan polvo las alas
no habré sabido por qué
me he vuelto loco por nada.

Te seguiré hasta el final
por la ladera del viento
para rogarte, por Dios
que me hagas sitio en tus besos.

Y con las luces del alba
antes que tú te despiertes
se hará ceniza el deseo
me marcharé para siempre
y cuando todo se acabe
y se hagan polvo las alas
no habré sabido por qué
me he vuelto loco por nada...

Pedro Guerra