martes, 31 de agosto de 2010

Espantapajaros 18

Llorar a lágrima viva. Llorar a chorros. Llorar la digestión. Llorar el sueño. Llorar ante las puertas y los puertos. Llorar de amabilidad y de amarillo.
Abrir las canillas, las compuertas del llanto. Empaparnos el alma, la camiseta. Inundar las veredas y los paseos, y salvarnos, a nado, de nuestro llanto.
Asistir a los cursos de antropología, llorando. Festejar los cumpleaños familiares, llorando. Atravesar el África, llorando.
Llorar como un cacuy, como un cocodrilo... si es verdad que los cacuies y los cocodrilos no dejan nunca de llorar.
Llorarlo todo, pero llorarlo bien. Llorarlo con la nariz, con las rodillas. Llorarlo por el ombligo, por la boca.
Llorar de amor, de hastío, de alegría. Llorar de frac, de flato, de flacura. Llorar improvisando, de memoria. ¡Llorar todo el insomnio y todo el día!

Oliverio Girondo
Fotografía: Amaia Fotografías.

viernes, 27 de agosto de 2010

Las malas palabras

Un Congreso de la Lengua, es más que todo, para plantearse preguntas. Yo como casi siempre hablo desde el desconocimiento, me pregunto por qué son malas las malas palabras, quién las define como tal. ¿Quién y por qué?, ¿quién dice qué tienen las malas palabras?, ¿o es que acaso les pegan las malas palabras a las buenas?, ¿son malas porque son de mala calidad?, o sea que ¿cuando uno las pronuncia se deterioran? o ¿cuando uno las utiliza, tienen actitudes reñidas con la moral?
Obviamente, no se quién las define como malas palabras, tal vez sean como esos villanos de viejas películas como las que nosotros veíamos, que en un principio eran buenos, pero que al final la sociedad los hizo malos.
Tal vez nosotros al marginarlas, las hemos derivado en palabras malas, lo que yo pienso es que brindan otros matices muchas de ellas. Yo soy fundamentalmente dibujante, con lo que uno se preguntará: ¿qué hace ese muchacho arriba del escenario? Manejo muy mal el color, por ejemplo, pero a través de eso sé que cuanto más matices tenga uno, más puede defenderse, para expresarse, para transmitir, para graficar algo, entonces, ¿hay palabras, palabras de las denominadas malas palabras que son irremplazables, por sonoridad, por fuerza, algunos incluso por contextura física de la palabra. No es lo mismo decir que una persona es tonta o zonza que decir que es un pelotudo. Tonto puede incluso incluir un problema de disminución neurológica realmente agresivo.
El secreto de la palabra pelotudo, ya universalizada —no sé si está en el diccionario de dudas—, está en que también puede hacer referencia a algo que tiene pelotas. Puede hacer referencia a algo que tiene pelotas que puede ser un utilero de fútbol que es un pelotudo porque traslada las pelotas; pero lo que digo, el secreto, la fuerza; está en la letra t. Analicémoslo —anoten las maestras—: está en la letra t, puesto que no es lo mismo decir zonzo que decir peloTUdo.
Otra cosa, hay una palabra maravillosa que en otros países está exenta de culpa —esa es otra particularidad, porque todos los países tienen malas palabras pero se ve que las leyes de algunos países protegen y en otros no—, hay una palabra maravillosa, decía, que es carajo. Yo tendría que recurrir a mi amigo y conocedor, Arturo Pérez Reverte, conocedor en cuanto a la navegación, porque tengo entendido que el carajo era el lugar donde se colocaba el vigía, en lo alto de los mástiles de los barcos para divisar tierra o lo que fuere, entonces mandar a una persona al carajo era estrictamente eso, mandarlo ahí arriba.
Amigos mexicanos con los que estuve cenando anoche me estuvieron enseñando una cantidad de malas palabras mexicanas. Ahora que lo pienso creo que me estaban insultando porque se suscitó un problema con la cuenta a la hora de pagar. Me explicaban, que las islas Carajo son unas islas que están en el océano Índico.
En España, el carajillo es el café con coñac y acá apareció como mala palabra, al punto que se llega a los eufemismos se decía caracho es de una debilidad absoluta y de una hipocresía... ¿no?
A veces hay periódicos que ponen: «El senador fulano de tal envío a la M a su par…». La triste función de esos puntos suspensivos, realmente el papel absurdo que están haciendo ahí, merecería también una discusión acá, en el Congreso de la Lengua.
Voy a ir cerrando, hay otra palabra que quiero apuntar que creo es fundamental en el idioma castellano, que es la palabra «mierda», que también es irremplazable. El secreto de la contextura física está en la r —anoten las docentes— porque es mucho más débil como lo dicen los cubanos: miELda, que suena a chino y eso —yo creo que ahí está la base de los problemas que ha tenido la Revolución cubana—, quita de posibilidades de expresiva.
Voy cerrando, después de este aporte medular que he hecho al lenguaje y al Congreso, lo que yo pido es que atendamos a esta condición terapéutica de las malas palabras. Mi psicoanalista dice que es imprescindible para descargarse, para dejar de lado el estrés y todo ese tipo de cosas. Lo único que yo pediría (no quiero hacer una teoría) es reconsiderar la situación de estas palabras. Pido una amnistía para la mayoría de ellas. Vivamos una navidad sin malas palabras e integrémoslas al lenguaje, que las vamos a necesitar.

Roberto Fontanarrosa.

Discurso pronunciado por Roberto Fontanarrosa en el Congreso de la Lengua Española en Rosario, en el año 2004.

martes, 24 de agosto de 2010

El arte de volar

Jugar a no ser suele ser divertido, pero ser lo que no se debe ser es mucho más divertido. Ser lo que, comúnmente, se considera inapropiado para este mundo frívolo y materialista, suele dejar esa mentirosa sensación de que estamos equivocados. Este mundo que prefiere un especialista en marketing y en administración de empresas a un músico, o a un actor, o a un pintor.
¿Qué sería de nuestros tiempos sin la música, sin la pintura, sin el teatro y el cine, sin el arte? Nada. Por suerte, aún perduramos en el camino, viejos caminantes que se apoyan en sus bastones y desde allí miran como la gente corre sin mirar al lado, salta sin percatarse donde caerá y a quien pisará al caer, y vive sin vivir. Donde la verborragia diaria lleva a no detenerse en los pequeños detalles, el artista no solo se detiene sino que los observa, los mide, los toca, los protege y los hace brillar.
Aún encontramos a ese loco transeúnte que en medio de la avenida principal de la ciudad carnívora, se detiene, se acuesta en el piso y con su cámara toma una fotografía del paisaje y la gente. Todavía podemos ver a esos locos jugando a ser otros sobre las tablas rechinantes de algún teatro viejo, abandonado y húmedo. Y, por suerte, aun podemos caminar por la calle y ver por alguna ventana a esos muchachos y muchachas jugando con los colores y mostrándonos que existen mas colores además del blanco y del negro.
Soy, como casi todos, uno más del montón que esta atado a vivir en esta sociedad y en este tiempo. Donde se debe correr hasta que sangren los pies para lograr tener una vida digna. Donde es persona quien más tiene y es dichoso el que más acumula, sin siquiera saber para que lo hace.
Entonces, pensé: ¿Qué hacer con mis pies cansados de tantas corridas en vano? ¿Cómo hacer para que mis pies, mis piernas, mi cuerpo, mi alma no estén tan cansadas al final del día? Y fue allí cuando la conocí. Estaba esperándome, impaciente, para darme la solución. El arte me aguardaba, con sus grandes brazos para darme un abrazo y para otorgarme alas.
Alas para volar, para descansar mis pies, mis piernas, mi cuerpo, mi alma. Alas para llegar desde un punto lejano de la vida, hasta el más cercano sin siquiera pestañar. Alas para imaginar, para perdurar, para dejar libre ese pensamiento encerrado en un claustro económico y social en el cual cada uno permanece preso sin saber la causa y la condena. Alas para romper cadenas y candados, para proteger al que tenemos a nuestro lado, para ayudar a abrir las mentes y los ojos. Alas para volar.
Antü


Fotografía: Amaia Fotografías.

miércoles, 18 de agosto de 2010

El Grito

Muchas veces con hablar no alcanza, no basta para acallar las voces del interior y del exterior que nos torturan, nos apabullan con mentiras y calumnias para dominar nuestros movimientos. Entonces hay que gritar.
El grito debe ser de esos gritos que retumban en las montañas, aunque estemos parados frente al mar. Deben ser gritos en el silencio, esos gritos que destrozan el alma, sin lastimar la garganta y los oídos. Así como el cuadro de Edvard Munch, que nos grita sin perturbar el silencio, nos muestra el pánico y el dolor, la preocupación y la angustia sin moverse y sin sonido. Esa imagen que despierta, desestabiliza y pone en acción nuestra mente.
El status quo nos lleva a esperar paciente a nuestro vecino para que cambie las cosas. Nunca nos damos cuenta que somos nosotros los que podemos cambiar. Nadie nos obliga, pero podemos; en cada uno esta querer o no. No alcanza con caminar por la calle y sensibilizarse ante una determinada situación, o enfadarse ante las injusticias sociales que a diario azotan a estos tiempos; hay que actuar. El actor no puede pretender ser aplaudido si jamás sale a escena, debe salir, arriesgarse al error, a olvidarse la letra e improvisar lo mejor que tenga para seguir adelante, solo así ser reconocido.
Los discursos abundan, las palabras sobran y los actos escasean. Entonces es ahí donde el grito entra en acción. Cuando dormimos y soñamos lo que no nos gusta, generalmente, es un grito el que nos despierta, un grito desde el inconciente que nos dice: ¡Despertate y viví!

Antü
Fotografía: Amaia Fotografías

jueves, 12 de agosto de 2010

El Lenguaje

En la época victoriana, no se podían mencionar los pantalones en presencia de una señorita. Hoy, por hoy, no queda bien decir ciertas cosas en presencia de la opinión pública:
El capitalismo luce el nombre artístico de economía de mercado, el imperialismo se llama globalización. Las víctimas del imperialismo se llaman países en vías de desarrollo, es como llamar niños a los enanos.
El oportunismo se llama pragmatismo, la traición se llama realismo. Los pobres se llaman carentes, o carenciados, o personas de escasos recursos.
La expulsión de los niños pobres del sistema educativo se conoce bajo el nombre de deserción escolar. El derecho del patrón a despedir al obrero sin indemnización ni explicación se llama flexibilización del mercado laboral.
El lenguaje oficial reconoce a los derechos de las mujeres, entre los derechos de las minorías, como si la mitad masculina de la humanidad fuera la mayoría. En lugar de dictadura militar, se dice proceso. Las torturas se llaman apremios ilegales, o también presiones físicas y psicológicas. Cuando los ladrones son de buena familia, no son ladrones, sino cleptómanos. El saqueo de los fondos públicos por los políticos corruptos responde al nombre de enriquecimiento ilícito.
Se llaman accidentes los crímenes que cometen los automóvilistas.
Para decir ciegos, se dice no videntes, un negro es un hombre de color. Donde dice larga y penosa enfermedad, debe leerse cáncer o SIDA. Repentina dolencia significa infarto, nunca se dice muerte, sino desaparición física. Tampoco son muertos los seres humanos aniquilados en las operaciones militares. Los muertos en batalla son bajas, y los civiles que la ligan sin comerla ni beberla, son daños colaterales. En 1995, cuando las explosiones nucleares de Francia en el Pacífico sur, el embajador francés en Nueva Zelanda declaró: "No me gusta esa palabra bomba. No son bombas, Son artefactos que explotan".
Se llaman Convivir algunas de las bandas que asesinan gente en Colombia, a la sombra de la protección militar.
Dignidad era el nombre de uno de los campos de concentración de la dictadura chilena y Libertad la mayor cárcel de la dictadura uruguaya. Se llama Paz y Justicia el grupo paramilitar que, en 1997, acribilló por la espalda a cuarenta y cinco campesinos, casi todos mujeres y niños, mientras rezaban en una iglesia del pueblo de Acteal, en Chiapas.

Eduardo Galeano.
Fotografia: Amaia Fotografias.

domingo, 8 de agosto de 2010

Que sean niños los niños

Que sean niños, y no clientes de las compañías de celulares, o vendedores de rosas en los bares, o estrellas descartables de la televisión.
Niños, no limpiavidrios en los semáforos, o botín de padres enfrentados o repartidores de estampitas en los subtes.
Que no sean niños soldados, los niños. Que sean niños los niños, simplemente. Que no sean foto de un portal pornográfico. Que no sean los habitantes de un reformatorio.
Que no sean costureros en talleres ilegales de ningún lugar del mundo.
Que sean niños los niños, y no un target.
Que no sean los que pagan las culpas. Los que reciben los golpes. Los bombardeados por publicidad.
Que sean niños los niños. Todo lo aniñados que quieran. Todo lo infantiles que quieran.
Todo lo ingenuos que quieran. Que hagan libremente sus niñerías.
Que se dediquen a ser niños y no a otra cosa.
Que no sean los que no juegan, los acosados por las preocupaciones, los tapados de actividades.
Que sean niños los niños y se los deje preguntar sin levantar la mano, formar filas torcidas, llevar alguna vez la Bandera no por ser mejor alumno, sino por ser buen compañero.
Que sean niños los niños y no los incentivados con desmesura a consumir todo lo que saca el mercado.
Que sean niños, y no los que aspiran pegamento en una esquina o fuman paco en la otra, tan de nadie, tan desprotegidos.
Niños, no nombres que tienen que rogar por recibir el apellido paterno o la cuota de alimentos.
Que sean niños los niños.
Y que los niños sean lo intocable, que sea la gran coincidencia en cualquier discusión ideológica; que por ellos se desvelen los economistas de todas las corrientes, los dirigentes de todos los partidos, los periodistas de todos los medios, los vecinos de todas las cuadras, los asistentes sociales de todas las municipalidades, los maestros de todas las escuelas.
Que sean niños los niños, y no el juguete de los abusadores.
Que sean niños, no “el repetidor” o “el conflictivo” o “el que nunca trae los deberes”.
Niños, y no los que empujan el carro con cartones.
Que sean niños los niños, simplemente.
Que ejerzan en paz el oficio de recién llegados.
Que se los llame a trabajar con la imaginación o con lápices de colores.
Que se los deje ser niños, todo lo niños que quieran.
Y que los niños sean lo importante, que por ellos lleguen a un acuerdo los que nunca se ponen de acuerdo; que por ellos se dirijan la palabra los que no se hablan, que por ellos hagan algo los que nunca hicieron nada.
Que sean niños los niños y que no dejen de joder con la pelota.
Que sean niños en su día. Que lo sean todos los días del año. Que sean felices los niños, por ser niños.
Inocentes de todo lo heredado.
Mex Urtizberea

sábado, 7 de agosto de 2010

El miedo global

Los que trabajan tienen miedo a perder el trabajo.
Los que no tienen trabajo tienen miedo a no encontrar nunca trabajo.
Quien no tienen miedo al hambre, tiene miedo a la comida.
Los automovilistas tienen miedo a caminar y los peatones tienen miedo a ser atropellados.
La democracia tiene miedo a recordar y el lenguaje tiene miedo a decir.
Los civiles tienen miedo a los militares, los militares tienen miedo a la falta de armas, las armas tienen miedo a la falta de guerras.
Es el tiempo del miedo.
Miedo de la mujer a la violencia del hombre y miedo del hombre a la mujer sin miedo.
Miedo a los ladrones, miedo a la policía.
Miedo a la puerta sin cerradura, al tiempo sin relojes, al niño sin televisión, miedo a la noche sin pastillas para dormir y miedo al día sin pastillas para despertar.
Miedo a la multitud, miedo a la soledad, miedo a lo que fue y a lo que puede ser, miedo de morir, miedo de vivir.
Eduardo Galeano.

jueves, 5 de agosto de 2010

Nostalgias de lo que no fue.

Hoy yacen enterradas, mil palabras que no existen porque en su vuelo las mataste con tu mirada y tus silencios. Tal vez en algún instante recuerdes mi rostro triste, recuerdes mis ojos vidriosos del penar de mi alma. Es que quizás en el momento en que mueran las agujas del reloj será en ese instante que comprenderás que mis lamentos fueron por vos. Quizás en un tiempo, ya muerto de la espera, madures y sola te des cuenta que mis sentimientos fueron tan claros como el agua de un manantial que desborda vitalidad, y tan sinceros como estas palabras.

Hoy yacen enterradas mil historias sin contar, que así como murieron, así resucitarán. Las historias tuyas y mías que jamás volverán, porque se fueron demasiado lejos para ya no regresar, huyeron de tus ojos que la despreciaban, huyeron de mi boca, que las malgastaban y tal vez en algún instante en que las agujas intenten latir, será en ese instante que volverán y cavarán en tu pecho, mi nombre para que jamás olvides que te amé y que nunca te diste cuenta.

Antü

martes, 3 de agosto de 2010

Corazón coraza

Porque te tengo y no
porque te pienso
porque la noche está de ojos abiertos
porque la noche pasa y digo amor
porque has venido a recoger tu imagen
y eres mejor que todas tus imágenes
porque eres linda desde el pie hasta el alma
porque eres buena desde el alma a mí
porque te escondes dulce en el orgullo
pequeña y dulce
corazón coraza

porque eres mía
porque no eres mía
porque te miro y muero
y peor que muero
si no te miro amor
si no te miro

porque tú siempre existes dondequiera
pero existes mejor donde te quiero
porque tu boca es sangre
y tienes frío
tengo que amarte amor
tengo que amarte
aunque esta herida duela como dos
aunque te busque y no te encuentre
y aunque
la noche pase y yo te tenga
y no.

Mario Benedetti.

Rutinas


Todas las mañanas me veo a tu lado.
Todas las noches me encuetro alejado.
Todas las tardes me siento perdido,
esperando la noche, sintiendo frio.

Creo tenerte a cada momento,
siento perderte en el firmamento.
Duele verte alli durmiendo,
creyendo al amor, y yo muriendo.

Si tan solo creyeras mis palabras
cuando te digo adios entre las sábanas,
y muriendo me levanto amándote,
para luego recordar que te pierdo.

El dolor de no saber ser
es el que me lleva a perder,
a creerme verdaderamente incapaz
de darte todo lo que tu me das.


Antü

lunes, 2 de agosto de 2010

Noches blancas

Ahí está el trabajador nocturno, viendo pasar el tiempo en la nada. El frío del invierno recorre su piel, filtrándose por los poros y provocando los escalofríos más largos que podría tener un ser humano. Ve pasar la noche y la vida. Duerme durante el día para rendir al ciento por ciento durante su jornada laboral. De él puede depender el destino de las personas que lo necesiten en cualquier horario de la madrugada. Si no llegara a estar despabilado, podría fallar su propósito.
La soledad y el silencio son sus únicos compañeros. La soledad que está, a su lado, marcándole que todo depende de lo que él decida. No hay nadie a quien consultar, ni nadie a quien delegar algún trabajo. No hay nadie, ni nada. El silencio de la noche, de una ciudad cansada del trajín diario, que reposa, que descansa para comenzar otro día, lo envuelve y lo protege.
El sonido del reloj, cada segundo que va avanzando en la noche, la radio que pasa las mismas canciones melancólicas, para aquellos enamorados en vela y el viento que, de vez en cuando, mueve la copa de algún árbol, son los acompañantes de la velada.
No se porque será, pero la noche está hecha para pensar. Aquí uno piensa y vive, imagina un mundo distinto, cree en el poder del cambio e idea estrategias y planes para modificar la realidad. Luego el sueño dispersa a todos los pensamientos. Abre su boca y expulsa al sueño por ella en forma de bostezo, lo sujeta con su mano y lo arroja fuera de su cuerpo, como quien se quita algo que le molestase.
Luego vuelve a su casa y se acuesta a dormir. Ve a sus hijos sólo unos momentos. Cuando llegan de la escuela, los mira, le besa la frente a cada uno y comienza a prepararse para marcharse nuevamente entendiendo que la felicidad y la tranquilidad de su familia esta en su trabajo y su esfuerzo.
Antü
Pequeño homenaje a un amigo, y a todo el que se sienta identificado, para que vea que siempre existe el reconocimiento en los que te quieren, solo que los grandes actos suelen ser imperceptibles, pero perdurables en el tiempo y en la memoria.